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No sabían qué había hecho, pero vieron que el hombre se echó a correr y eso fue suficiente.
Decenas de personas reunidas frente a un supermercado patearon y golpearon a Roberto Bernal hasta dejarlo ensangrentado y aturdido. Después de todo, a ellos les habían robado teléfonos celulares, billeteras y motocicletas en los últimos años y pensaron que Bernal tenía cara de delincuente. La familia no cree que Bernal haya robado a nadie, pero coinciden con quienes los mataron en que en Venezuela no hay justicia.
"Todo el mundo tiene que estar asustado", dijo su sobrino Alfredo Cisneros. "La gente tiene que saber que ya no hay ley. Nadie está a salvo".