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Al principio, los nuevos reclutas de la Agencia de Investigación de Internet, la infame fábrica de troles rusos, estaban emocionados por ganar un sueldo superior al promedio tan solo por publicar en internet. Sin embargo, uno de ellos asegura que con el tiempo se percataron de que su trabajo encubría una realidad más oscura: el objetivo era que tanto ellos como su público se convirtieran en zombis. “Solo me daban dinero por escribir”, declaró el trol, un residente de San Petersburgo que quería trabajar en mercadotecnia o periodismo, pero se sintió atraído por la paga semanal de 1400 dólares, un sueldo difícil de igualar. “Era mucho más joven y no pensé en el lado moral. Simplemente escribía porque me encantaba escribir. No intentaba cambiar el mundo”.
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