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Si el ex presidente del PRI en el DF, el multimencionado Cuauhtémoc Gutiérrez, no fuera tan feo; si no usara cintos talla 3.1416m, no habría prendido como pólvora la acusación de que ofrecía puestos de trabajo a cambio del examen de admisión en relaciones sexuales con la solicitante. O si hubiera sido presidente del PRD en el DF, y no del PRI, veríamos la cara opuesta: sus hoy acusadores serían indignados defensores de su buen nombre y denunciarían el complot, sin olvidar el racismo de la denuncia.