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El mayor problema con las adaptaciones fílmicas de Harry Potter no está en su ejecución. Salvo las primeras dos tibias cintas dirigidas por Chris Columbus, todas las películas de la saga oscilan de mediana a francamente buenas. Las mejores de la serie siguen siendo la tercera, de Alfonso Cuarón, y la cuarta, de Mike Newell. Las siguientes, dirigidas por el británico David Yates, aunque entretenidas, jamás emocionan. Pero nadie podría tildarlas de mediocres.