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La matanza racista del sábado en El Paso ha llevado al Gobierno mexicano a desplegar una ofensiva diplomática y legal con consecuencias inesperadas. Marcelo Ebrard, el canciller del presidente Andrés Manuel López Obrador, ha viajado este lunes a Texas para reunirse con los familiares de los ocho mexicanos asesinados y seis heridos en los hechos de odio cometidos por un hombre blanco de 21 años en un supermercado. El viaje, sin embargo, es solo la primera muestra de una ambición mayor: el litigio por terrorismo en contra del “lobo solitario” que cazó a 22 personas en una comunidad donde ocho de cada diez personas son hispanas.