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Esther y sus hermanas estuvieron 28 días encerradas en una casa de seguridad. En ese tiempo le mutilaron dos dedos a ella y tres a una de sus familiares. Un “santero” la desnudaba, la tiraba en el piso, brincaba sobre ella, le lanzaba agua caliente, hierbas y humo mientras hacía un ritual para que el plagio “saliera bien”.