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Crystal Kelley, quien alquiló su vientre para gestar a un bebé rechazó la propuesta que le hicieron los padres genéticos de la niña cuando descubrieron que tenía complicaciones en el corazón, una anormalidad en el cerebro y otros problemas médicos.
Kelley se entusiasmó cuando una pareja la contactó para ser madre subrogada. Con una situación económica angustiante a cuestas, necesitaba los 22 mil dólares. El matrimonio que la contrató también estaba exultante: la madre ya no podía tener hijos y ambos buscaban con insistencia a alguien que los ayudara a tener una niña.