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No se parece a ningún otro vuelo de la Terminal 2 del aeropuerto de la Ciudad de México. No se anuncia. No se espera. No hay pancartas de bienvenida en la puerta de llegadas. Sus pasajeros viajan esposados de pies y manos. No pueden levantarse ni ir al baño. Cualquier queja es ignorada o reprimida. "Nos hacen sentir como criminales y a veces no entiendes por qué tienes que pasar por todo esto", cuenta Efraín Fragoso, uno de los 135 deportados que acaban de aterrizar como cada martes y jueves en la capital mexicana desde Estados Unidos. El avión ha arribado cuatro días después de que Donald Trump llegara a la Casa Blanca y un día antes de que el republicano firme este miércoles la orden ejecutiva para construir un muro en la frontera con México.