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¡Qué tranquilidad! Frente a los resultados en Río, ya tenemos un villano, un culpable. Si no fuera por Alfredo Castillo, nuestros atletas se hubieran cansado de recibir medallas. En un año jodió el exitosísimo deporte olímpico mexicano.
En noviembre del año pasado, durante la primera bronca de Castillo con las federaciones deportivas mexicanas, escribí que el problema no era Castillo, sino la manera en que han transado con el dinero público las federaciones. Yo sigo convencido, aunque entiendo que soy minoría.
En los últimos 15 años, las federaciones deportivas mexicanas, organismos privados constituidos como asociaciones civiles, han recibido del erario miles de millones de pesos. La única que sobreviviría sin esos recursos es la de futbol. Castillo quiso medir resultados y opinar sobre cómo es que se gasta ese recurso público a través de manos privadas.