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A pesar del precio, el inodoro no tiene nada de lujoso, cuenta con un pequeño sistema de tratamiento de agua que se encarga de convertir entre el 80 y 85% de la orina en agua potable, mientras que los desechos sólidos se guardan en una bolsa que va a parar a un compartimento que posteriormente se envía a la Tierra para que se desintegre en la atmósfera.