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El inicio de 2018 en México empieza a parecerse mucho, al menos en lo económico, a los primeros compases del año anterior. Tras un cierre de ejercicio marcado por los vaivenes en el tipo de cambio entre el peso y el dólar, el marcapasos más fiel de la economía mexicana, derivados de la mayor incertidumbre en torno al futuro del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC), la creciente inflación y unos datos de crecimiento menos positivos de lo esperado en la segunda mitad de 2017, el país norteamericano recupera fuelle en medio de un mar de incógnitas sin resolver: el desenlace de la renegociación del TLC y las próximas elecciones presidenciales.