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“Mire si es verdad que creo que fue un gran hombre”. Luo, un empleado de 52 años, enseña orgulloso su móvil, desde donde refulge la imagen de Mao Zedong convertida en salvapantallas. Este viernes se cumple el 40 aniversario de la muerte del Gran Timonel y este residente de las afueras de Pekín no quería dejar de rendir homenaje al padre de la nueva China. A la salida del mausoleo en la plaza de Tiananmen, tras superar una larga cola para ver unos segundos el cuerpo embalsamado de su venerado líder, declara: “Los chinos le debemos todo. Ha sido el salvador del país, el constructor de una China para el pueblo”.