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Imposible regatearle al menos tres virtudes al diario La Razón: su capacidad para generar notas, la calidad de sus plumas y su endiablada inteligencia editorial, en buena medida extensión de la inteligencia periodística del director Pablo Hiriart, quien ayer dejó de serlo. Hace unos días conocimos que directivos de La Jornada protestaron ante el dueño de La Razón, Ramiro Garza Cantú, por unos textos de Fernando Escalante, articulista esencial del diario. Como Garza Cantú se habría comprometido a que eso no volvería a ocurrir, Escalante renunció.
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