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Justamente cuando el Vaticano impulsa una limpieza histórica en la Iglesia chilena y la Fiscalía mantiene 126 causas abiertas por abusos sexuales contra menores cometidos por religiosos, la jerarquía católica del país sudamericano da muestra de una crisis profunda al publicar una instrucción dirigida a los sacerdotes en la que se les prohíbe los “abrazos demasiado apretados”, “dar palmadas en los glúteos, tocar el área de los genitales o el pecho”, “dar masajes”, “besar en la boca” o “recostarse o dormir junto a niños, niñas o adolescentes”. Firmado por el arzobispo de Santiago, Ricardo Ezzati, imputado por encubrimiento, el manual nunca habla directamente de abusos sexuales, sino de “señales equívocas” o de “hechos dolorosos”. La Defensora de la Niñez chilena, Patricia Muñoz, confesó estar en “estado de shock” luego de leer el documento de nueve páginas que la Iglesia retiró de su web a las pocas horas a causa de la polémica. “Hay una falta de comprensión brutal”.
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