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En el verano de 2008, la policía de Tolima (Colombia) detuvo a un hombre que había intentado huir de un control rutinario de carreteras. Al principio, los agentes no notaron nada raro en su apariencia, pero, al tratar de comprobar su identidad, se llevaron una sorpresa mayúscula: no tenía huellas dactilares.