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La racha comenzó a finales de octubre. El Canelas 2010, un equipo amateur de fútbol, no dejaba de ganar. Venció en diez partidos seguidos sin perder un solo punto, sin conceder ni siquiera un gol: eso abrió la posibilidad de ascender de su liga local a la tercera división nacional.
Era el tipo de racha que, en circunstancias normales, habría hecho que llegaran hordas de cazatalentos profesionales maravillados con este milagro. Sin embargo, nadie vino a ver al Canelas. Nadie pudo hacerlo. No había nada que ver.