7
Columna de Luis González de Alba, C&P "En los últimos 40 años hemos empleado tan gratuitamente palabras de gran peso, que ya no significan nada: asesino, fascista, genocida... Y muchas más. Un policía que apalea a un manifestante no es un fascista, es un energúmeno con poder y sin entrenamiento en lo que puede hacer y lo que es delito, desde abuso de autoridad hasta lesiones y homicidio. Pero no es fascista porque le falta lo principal: clase, educación, nivel social. El fascismo es propio de clases medias.
La gran, enorme diferencia, entre ejercer libertad de expresión y resbalar a terreno autoritario al expresar oposición a un candidato, comienza cuando nos negamos a escucharlo siquiera. Luego se pasa a la agresión física: arrojar objetos para golpearlo, zarandearlo, gritarle insultos. No sólo ejercen su libertad de expresión, buscan, además, impedir que el otro ejerza la suya, así deban emplear violencia para callarlo."