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Una pelota de fútbol con gorro de policía estuvo montando guardia durante meses en una de las garitas de la Unidad Penitenciaria 11 de Neuquén, en Argentina. Tanto fue el cántaro a la fuente que, al final, dos condenados por robo a mano armada se fugaron. Poco pudo hacer desde su puesto de vigilancia Wilson, que así se llamaba el muñeco.