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El pasado mes de agosto, el ahora presidente electo Donald Trump se derretía simbólicamente en la portada de la revista TIME. Eran los días en los que muchos pensaron que sus acusaciones contra Barack Obama por haber “fundado” el Estado Islámico podrían hacer descarrilar su campaña. Dos meses después, la misma publicación tituló “debacle total” sobre la misma ilustración del rostro de Trump completamente deshecho. Entonces acababa de salir a la luz una grabación sexista del magnate que invitó a especular incluso si el Partido Republicano tenía vías para reemplazarlo en la nominación.