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A la demócrata Hillary Clinton le queda energía y se le ve confiada, con los engranajes de su partido a pleno rendimiento y la mente puesta en el día después de las elecciones. El republicano Donald Trump parece encerrado en su discurso apocalíptico y conspirativo, aislado en su partido y con mensajes que dan a entender que ve difícil la victoria. Un fin de semana con Clinton y Trump en el área metropolitana de Filadelfia permite asomarse a un país polarizado, dos Estados Unidos con pocos puntos de conexión entre ambos.
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