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Esta historia la protagonizan una madre y dos hermanos de 14 y 12 años. También una secta de judíos ultraortodoxos que ideó un complejo plan para secuestrarlos. Y un operativo que involucró a agentes del FBI, la policía federal mexicana y personal diplomático para un rescate que se concretó en una pequeña comunidad casi tres semanas más tarde y después de una huida de 4.000 kilómetros. Esta es la trama del último escándalo de la secta Lev Tahor, fundada en Israel, desterrada de Estados Unidos, fugada de Canadá y asentada recientemente en México y Guatemala. El peregrinaje del culto, que no supera los 500 miembros activos, ha dejado a lo largo de 40 años un rastro de acusaciones por matrimonios forzados, tratos humillantes y abuso infantil. La cúpula del clan enfrenta ahora una pena que puede alcanzar la cadena perpetua ante la justicia de Estados Unidos.