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La existencia de la fosa clandestina en el municipio de Cuautla salió a luz a raíz de la investigación sobre el paradero de Oliver Wenceslao Navarrete, quien fue secuestrado y asesinado en 2013.
Su cuerpo, a pesar de estar plenamente identificado, fue inhumado de manera ilegal en la fosa en marzo de 2014, lo que constató irregularidades en el proceso llevado a cabo por la fiscalía estatal.