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Ni entregar la vida a Dios protege en México contra la terrenal violencia de los sicarios. Ya han demostrado en varias ocasiones que los muros de una iglesia no detienen a sus rifles y que ni siquiera dejan descansar a sus víctimas después de muertas, pero son capaces de ir más allá: el domingo secuestraron a un cura mientras oficiaba la misa.
perrobionico, 13 years ago
No era cura era pastor evangélico.