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Los pescadores son los primeros que padecen el problema de la privatización de facto de las playas que está realizando el sector turístico, sobre todo en el municipio de La Huerta. Primero les ponen una puerta para impedir que los autos lleguen a la playa. Luego impiden el acceso a pie, y ya al final, incluso los policías privados ahuyentan a los que llegan por mar, pistola en mano. Las influencias del lobby turístico también se reflejan en el otorgamiento de las concesiones. El caso de la Cooperativa de Ribera de Punta Pérula o Careyes, que denunció despojo de su concesión pesquera a favor de un inversionista en 2007, es emblemático, y sin duda también está el caso de Tenacatita. Lo cierto es que los pescadores y otros intereses pequeños en fuerza política padecen el proceso en la parte más codiciada del litoral, que es ese municipio lleno de caletas y pequeñas ensenadas entre un mar de montañas que le dan a su paisaje características únicas en México.
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