En el estricto sentido de la palabra no son precisamente juniors; la mayoría pasa de los 30 años de edad. Sin embargo, en términos políticos llaman la atención por su juventud comparada con la usual imagen del funcionario entrado en años. Todos provienen de familias acostumbradas a mover los hilos del poder y desde muy jóvenes están llamados a ser los herederos de los logros de sus padres, tíos y abuelos. Algunos llevan ya su camino recorrido y otros apenas empiezan. No obstante, todos –en determinado momento– buscarán estar en los sitios más altos del poder en México. Estos son los nuevos juniors de la política nacional. La generación que tratará de apropiarse del poder político y económico en México en los próximos años.