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Muchos años vivieron bajo el yugo de las extorsiones del cártel de los Caballeros Templarios. Eso dicen. Y dicen también que a ellos lo de las drogas, les daba igual: que si en otros municipios cocinaban o no drogas sintéticas en laboratorios instalados, escondidos en medio de las zonas de producción de limones o aguacates, o incluso aquí mismo, entre los campos de arroz y las enormes extensiones de árboles de mangos, eso les tenía sin cuidado. No era asunto suyo si traían precursores químicos para cocinar en enormes toneles las metanfetaminas, el ice. "Si no se metían con nosotros...", deja la frase inconclusa el empresario, el productor de mangos.
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