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Les ataron cartulinas al pecho, a las piernas. Usaron cinta negra de aislar. Los asesinos escribieron el mismo mensaje para todos: “Esto le pasará a los que vendan sin permiso. Llegó la limpia mazatleca”. Algunos aparecieron maniatados. Y todos, primero el de Ruiz, luego el de Santiago Ixcuintla, más tarde los dos de Tuxpan y por último el de Tecuala, todos, tenían el tiro de gracia.
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