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En la primera visita pastoral de su papado, el papa Francisco hizo a un lado el protocolo y la política en la pequeña isla de Lampedusa, en la costa de Sicilia, para rezar por los refugiados y los migrantes perdidos en el mar.
Francisco aprovechó su visita a la isla para criticar lo que él llama "la indiferencia global" a la crisis de refugiados.
"Hoy nadie en el mundo se siente responsable por esto; hemos perdido el sentido de la responsabilidad fraternal; hemos caído en la actitud hipócrita del sacerdote y el sirviente del que Jesús habla en su parábola del Buen Samaritano", dijo. "Miramos al hermano medio muerto al lado del camino, tal vez pensamos 'pobre hombre' y continuamos nuestro camino".