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Los narcocorridos circulan en México entre lo legal y lo prohibido. Aunque se han retirado de los escenarios algunas bandas que ensalzan a los grandes señores de la droga, estas canciones, rápidas como la metralla, retumban desde los taxis y los coches particulares, hasta en los locales de moda. Las autoridades se habían limitado a regular las actuaciones públicas y la difusión en las estaciones de radio. Pero la indignación pública por el vídeo de uno de sus cantantes más famosos, Gerardo Ortiz, en el que quema viva a su novia infiel, la ha aprovechado el Gobierno de Jalisco para poner en jaque a la narcocultura mexicana.
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