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23 de julio de 1966, tres de la tarde. En el estadio del Everton, Goodison Park, podríamos estar asistiendo al más sonado drama del Campeonato Mundial de Fútbol de 1966. La desesperación cunde entre los jugadores de la selección de Portugal, que está participando por primera vez en la fase final de un Mundial y que —pese a su condición de debutante— es una de las principales favoritas del torneo. No en vano está formada por un grupo de futbolistas de mucho talento, incluyendo la espina dorsal del club que ha jugado cuatro finales de la Copa de Europa en cinco años, ganando dos. El primer club europeo capaz de ocupar el trono del hasta entonces invencible Real Madrid. Hablamos del Sport Lisboa e Benfica, o para los amigos sencillamente «el Benfica». Pero en Goodison Park se está produciendo la gran sorpresa, porque mediado el primer tiempo de cuartos de final, los favoritos del Mundial están perdiendo, y de qué manera, ante una de las «Marías» del torneo: Corea del Norte. Por tres a cero. Una debacle.
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