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Las tendencias agresivas de un hombre están escritas en sus facciones, según un estudio que ha descubierto un vínculo entre la irascibilidad y la forma del rostro masculino. La distancia entre los pómulos del varón, comparada con la altura de su cara, es un buen indicador de la probabilidad de que estalle de ira cuando se le provoca, lo cual podría ser un rasgo evolutivo que data de hace miles de años, afirman científicos.