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Ojo por ojo, diente por diente. La investigación sobre la trama rusa está a punto de hallar su contrapeso. En un movimiento que anuncia días borrascosos en Washington, el responsable del Departamento de Justicia, el halcón Jeff Sessions, ha hecho saber que está dispuesto a designar a un fiscal especial que investigue a Hillary Clinton. Como paso previo ha ordenado a dos fiscales federales que revisen la conducta de la antigua rival electoral de Trump cuando era secretaria de Estado. Entre los objetivos de este escrutinio figuran el caso de los correos privados, los manejos de la Fundación Clinton y el espinoso acuerdo que permitió en 2013 al monopolio ruso Rosatom hacerse con el control de Uranium One, una compañía cuyo dueño había donado 2,35 millones de dólares a la entidad de la demócrata. Trump, aún de viaje por Asia, ha guardado silencio.
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